Y te aproximas desde el otro lado de la calle
Taciturna y ensimismada
Un libro pegado a tu mano
Y la falda azul que días atrás llevabas hacia la misma hora
En la misma calle 69, con el mismo calor infernal
En cada paso tuyo hacia mi proceder se esconde el fin del mundo
Tus ojos fijos hacia ningún lado
Y tu aire de superioridad único en seres de tu especie
De la nada levantas tu angelical rostro con parsimonia solo comparable a la de los mismos días de marzo
Por un instante reviven en mi los miedos olvidados de la infancia al toparme con tus ojos ámbar
Cejas pobladas, sonrisa radiante, cabello negro que contrasta con el mediodía infernal
Mi pulso aumenta
Mis manos tiemblan
Y de mi interior logro emancipar un graznido con un saludo que disimula mi incontrolable locura juvenil:
- Buenos días
- Buenos los dioses del Olimpo - responde ella con cierto grado de sarcasmo en su voz amazónica, mientras continuaba sin mayor apuro en su afán de caminar en dirección contraria.
Continuaste tu camino taciturna y distante como siempre te soñé
Con tu libro anaranjado siempre sujetado con cautela
Tu mirada abstracta
Tu perfume de petunias
Te alejas de nuevo como llevada por las brisas de un diciembre que paso
Con una ilusión sin sentido que sembraste
Al pasar a la misma hora por el mismo lugar
Y sin darte cuenta que con tu aire exhalado le darías vida a 1000 corazones ademas del mio
MARDOQUEO
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