lunes, 19 de abril de 2010

EL TREN DE LA SABANA


En el reflejo de un ventanal sucio por el efecto del viento en la carretera, detalle sin querer un rostro angelical. Con la mirada perdida entre las montañas de la sabana y los ojos cristalizados por lagrimas asesinas quizás, descubrí entre tu y el cielo semejanza única e inexplicable. Indague entre mis recuerdos por alguna semejanza pasada, pensé que un Deja-Vu yacía ante mis ojos.

Le pregunte al viento por sus pensamientos mas cercanos, y no me respondió por respeto a tu pasado. Yo en cambio usurpe sin miedo tu reflejo, imaginándome en el un mundo nuevo, una ilusión perdida. Te vi sedienta de ganas, mientras mi mirada hambrienta de deseo vislumbraba junto a tu reflejo otro universo nuevo.

Las montañas pasaban al lado de nuestro tren, recorriendo caminos escarpados de vientres y anhelos. Al fondo la chimenea escupía su humo negro arropando el horizonte a su antojo.

El olor del pasto verde se confundía con tu perfume tropical, haciéndome recordar aquellas noches de lambada en las terrazas capitalinas. Tu rostro inmutado jamas pensaría en mi admiración para contigo; eres como la azúcar de mi café, como la luna de mis noches de seda, asemejando esa pieza del rompecabezas de mi destino.

Y el rugir de los rieles despierta de mi ensueño al poeta oculto. Seco mi frente del calor endiablado, guardo mi pañuelo en mi bolsillo trasero. Y me doy cuenta de que el clima es frio afuera, todos andan con bufandas y chalecos. Es el miedo mismo a encontrarte que hace quemar hasta el mas grande de los glaciales, el que se guarda en mi corazon.


MARDOQUEO

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