jueves, 30 de agosto de 2012

MARGARITA DE FRESA



Vienen y van las historias de cantinas, pero esta es mas que una historia cualquiera...



Aquella noche de luciérnagas centinelas las negritudes de mi alma se sindicalizaron, el humo del cigarrillo empaño mi mirada, mi vaso a medio llenar y con las ganas dentro de una caja vacía de chop suey de un restaurante cualquiera, la cual yacía en el piso. Cuerpos sobre piernas caminantes entraban y salían de aquel lugar de mala muerte, y el olor del tabaco se mezclaba con el desinfectante del baño junto a la barra. Todo era igual, mil noches había pasado como esa, un millón de pasos había escuchado en ese viejo bar, pero hoy, hoy todo cambiaría.

Cabello rizo, vestido largo, negro, lentejuelas, labial rojo que me recordaba al Auto Rojo de Vilma Palma, que coincidencialmente sonaba de fondo, ese cuerpo monumental, esas curvas nunca antes vistas, esa mirada que engañaría a cualquier depredador como yo, aunque, yo no era cualquier depredador. Un ademan con mi mano izquierda hacia el barman ordenandole una margarita de fresa para aquella dama, señalandole con los ojos mi objetivo; Pacho, como se hacia llamar descifro mi mensaje de señas en el acto, mientras iba tomando de la vitrina la botella de tequila.

Me acerque con mi vaso a medio llenar aun de algún whiskey barato sin hielo - que dejaba un desagradable sabor a gasolina usada con cada sorbo- mientras ella permanecía de pie al otro lado de la barra que se había convertido en zona de combate. Arroje mi lanza hacia la presa escogida, acechándola como los grandes felinos en las llanuras del África salvaje, «- Que hace una mujer tan hermosa como usted en un sitio como este» - Le dije sin pestañear y con cara de conquistador de telenovela mexicana; ella me miro con los últimos milímetros de sus ojos y sin mirarme continuo inmersa en su móvil. «- Esta ocupado este puesto a su lado ? » -Insistí con una pregunta que jamas fue respondida, esta vez ya sin los últimos milímetros que la pestañina dejaba asomar. En ese momento Pacho le entrega su margarita a la desconocida con lentejuelas, y ella sin mas prejuicios se retiro de aquella barra con su cóctel anzuelo servido y decorado para la ocacion.

«- Ya que la joven aquella no fue capaz de aceptar un gesto de caballero hambriento como el que usted acaba de realizar -comento una débil voz femenina que rompió la atmósfera incomoda que quedo entre Pacho, la barra y yo - me veré obligada a tomar bajo mi custodia el cóctel, ya que usted lo pago y no se puede arrojar a la basura» Yo continué sumergido entre mi nueva decepción de cazador, con la atención en dirección a aquella tan acertadas palabras que aparecieron de la nada.
 «- Puede usted hacerlo, suelo no mezclar frutas con alcohol, no me tomaría una margarita aunque fuera el ultimo cóctel del bar » - Respondí un poco indignado y resignado por el gesto de la mujer de lentejuelas.
«- Por que no lo tomaría ? -pregunto ella, y continuo- Pondría en tela de juicio su hombría por beber una bebida típica femenina ? » Fue allí cuando reí, y mire a aquella cómica voz, solo para ver quien en una misma noche se atrevía a raptar una bebida que era de mi propiedad - aunque la había pedido para otra persona - y había colocado en duda mi hombría.

Cuan grande fue mi sorpresa cuando descubrí tras el humo del cigarrillo ajeno un par de gafas grandes, oscuras, cabello suelto a medio peinar, y falda a la rodilla - que curiosamente hacían juego con zapatos que asemejaban a los de mi abuela fallecida años atrás-. Era ella una mujer que jamas pensaría encontrar en un bar, a decir verdad era el tipo de mujer que veía salir de las iglesias los domingos de resaca y amnesia. No se si fueron mis cejas que siempre delatan mi sorpresa pero ella sonrió tímidamente al ver mi reacción, y fue allí cuando tome de nuevo el control de la situación y dije disimulando mi sorpresa: 
«- Quien te crees vos para hablarme de esa manera ? », Terminando mi frase con un sorbo de mi gasolina escocesa.
«- Nadie, solo que me parece cómico ver a sujetos como tu perder una oportunidad de ligar con la chica que todos desearían tener » - y se sumergió de nuevo en su margarita de fresa raptado bajo su orilla michelada.
En ese momento incomodo, en el que Pacho se encontraba de espaldas a la situación pero sin perderle el hilo a la conversación y los oídos de los otros borrachos como yo que compartían la barra seguían mi dialogo con aquella mujer de falda, fue que me arme de valentía y dije: «-Sabes que ?- levantándome de un salto de la silla aquella y con la cara convertida en demonio- tomate tu cóctel, buena noche usurpadora » Tome mi abrigo y deje unos billetes arrugados por el pantalón en la barra, y me disponía a salir cuando.... Todo fue oscuridad.

Lo primero que recuerdo son luces de neón blancas - que llegue a confundir con la llamada luz del túnel - mientras un dolor insoportable se abría paso dentro de la confusión y se ubicaba en mi occipucio. Un vendaje elástico me cubría la cabeza y una bata de hospital me hacia juego con las sabanas de aquella desconocida habitación. Y de la nada provino una voz femenina de un rincón de la alcoba, una voz muy parecida a la del sueño en el bar, pero esta vez mas dulce, y sin la distorsión de canciones viejas  y conversaciones ajenas, «- Hola dormilon -dijo aquella silueta femenina, que desde mi nublada visión podía ver con falda a las rodillas -» En ese momento intente colocarme de pie pero el dolor era tan insoportable que un bocado de material amarillo proveniente de mis tripas salio disparado por mi boca, y ella se acerco, me tomo del hombro y continuo: «- Todo esta bien campeón, son solo efectos de los medicamentos »
«- Que es todo esto ? donde estoy ?» pregunte yo con voz quejumbrosa y aliento desagradable.
«- Esto se llama Hospital El Camino, y tu, creo que se llamas Sebastian, o eso decía tu permiso de conducción » Comento ella con la ya conocida sonrisa pero esta vez algo era distinto, era mas coqueta, y yo continuaba observando el producto de mis nauseas mientras todo a mi alrededor daba vueltas por el dolor descomunal.
«- Supongo que no recuerdas que paso -dijo con voz ya mas seria, y continuo-, sucede que al huir ayer de la barra resbalaste con mi bolso, supongo que herí tu susceptibilidad al hablar de tu hombría, no se -sonrió y prosiguió- , pero caíste en medio del bar, y que mas después de tomarme tu margarita, era mi función traerte  por que estabas sangrando e inconsciente»

Todo era para mi muy confuso aun, pensé que la decepción y la chica de lentejuelas negras eran producto de mi imaginación de periodista frustrado, pero al parecer no. Era la chica de gafas negras y falda de mi abuela quien se apiado de mi y me trajo a este sitio. 

En ese momento ingreso una enfermera y me pregunto con voz gruesa por mi cabeza, conteste con un quejido y ella me aplico un medicamento, mientras gritaba hacia donde se encontraban sus compañeras: 
«- El paciente de la 8 ya despertó, llamen a la doctora para que lo evalúe»
Todo sucedía mientras yo permanecía inmovilizado por aquel sufrimiento en mi cabeza, que poco a poco iba mermando, creo que por los medicamentos que aquella enfermera anciana coloco en mi suero.

Me entretuve hablando con Gafas -así decidí llamarla- mientras ella me explicaba todo lo que hizo para cargarme a un taxi junto con Pacho, que no aguantaba las carcajadas por mi lamentable caída. Distraído y ya sin dolor pude visualizar una mujer hermosa pero escondida bajo una apariencia extraña, que al principio me pareció anticuada, pero que con la luz del neón blanco que descubría todo su rostro asemejaba una nerd, o una estudiante de antropología quizás. De repente interrumpió otra voz femenina la conversación que llevaba con Gafas: «- Señor Grisales, como se encuentra ??» y entro ella, ya sin vestido negro de lentejuelas, sino con una bata blanca, larga, pelo ligado y una table con papeles en la mano.

Me observo, la observe, silencio total. Escena incomoda, solo agache mi cabeza y escuche de nuevo la sonrisa coqueta de Gafas, que ya comenzaba a llamar mi atención mas de lo necesario. 

«- Supongo que esto ocurrió anoche en la calle 90» -dijo la doctora de lentejuelas de aquella noche.
Escuche sus palabras con la cabeza casi entre las piernas y respondí: «- Al parecer si, creo que enloquecí por una nueva derrota en otro día de caza y me lance a un carro» Levante la cabeza y la mire a los ojos, pero esta vez no a la doctora de lentejuelas, sino a Gafas. Mire tras sus anteojos mientras ella y yo reíamos como dos tontos.
«- Es solo una pequeña cortada por la caída - dijo la doctora lentejuelas - lo dejare ir a su casa con medicamentos- continuo »
«- Gracias doctora - respondí un tanto menos apenado»

Al salir de la sala de emergencias del hospital local, ya era yo quien llevaba a Gafas de la mano, me acompaño a la acera, paramos un taxi y me ayudo a montarme. Desde el puesto de atrás y por la ventanilla la mire y dije: «- Me creerías si te digo que no tengo como pagarte esto en realidad ?» y ella sonriendo metió su cabeza por la ventana, beso cálida y cuidadosamente mi frente y me respondió: «- Podrías pagarlo con otra Margarita de Fresa, viernes a las 8, no llegues tarde por favor - lo dijo con su típica sonrisa coqueta que ya había hallado sitio dentro de mi cabeza, y continuo - sobra decir en que sitio » Yo sonreí, y creo que con cara de enamorado puesto que el chófer del taxi me miro con extraño gesto por el retrovisor mientras arrancaba el automóvil. 

«- Por cierto, me llamo Maria, y el gusto es mio - Grito mientras batía la mano derecha en señal de despedida al arrancar aquel auto amarillo », yo escuche y sonreí una vez mas, pero a diferencia de la anterior, esta sonrisa me hizo saber que estaba enamorado.



MARDOQUEO





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